Aunque hablamos de dos trastornos
diferentes, la ansiedad y la depresión, comparten síntomas y además se pueden
interrelacionar en múltiples casos, incluso alternarse y reproducirse aspectos
de cada uno simultáneamente.
La ansiedad se puede definir como un estado
de agitación que puede variar entre una tensión sostenida con conductas
compulsivas y ataques exacerbados de pánico con palpitaciones, aumento del
ritmo respiratorio, percepción de un gran peligro y fobias. En este caso la
actividad se puede incrementar en gran medida sin que la persona que la padece
pueda ejercer el control.
La depresión se define como un estado de
tristeza que oscila entre un leve abatimiento y la más intensa desesperación,
desmoralización, ausencia de estímulo vital y nulas expectativas de futuro,
frustración, rabia contenida y no expresada, culpa, imposibilidad de gozar del
placer, baja autoestima y complejo de inferioridad y un tono vital deprimido.
Este estado puede sobrevenir por acontecimientos dolorosos, como pérdidas de seres
queridos o limitaciones vitales difíciles de aceptar ya sean físicas o de
oportunidades; o también puede no obedecer a causas externas o circunstancias
que las justifique, y corresponder a lo que simplistamente se podría concretar
como ausencia de un sentido existencial.
Dentro de los conceptos de ansiedad y
depresión cabe una larga lista de trastornos como la fobia social o la extrema
timidez del ridículo que conducen al aislamiento social, trastornos obsesivos,
pánico, agorafobia, claustrofobia y fobias en general.
En ambos trastornos puede encontrarse
déficit de atención, dificultad de concentración, insomnio, náuseas y vómitos,
vértigo, tensión emocional, anulación de la voluntad, etc.
Un mismo individuo puede participar de
ansiedad y depresión cuya diferenciación más concreta y reduccionista radicaría
en que la ansiedad implica una activación desbordante sobre la que existe
dificultad para controlarla y la depresión implica una imposibilidad de
disfrutar y sentir placer.
La forma de afrontar estos trastornos suele
comprender la terapia psicológica y la psiquiátrica en cuanto a la prescripción
de psicofármacos.
La Medicina Tradicional China y la vertiente
Higienista o natural de occidente además del ámbito puramente psíquico tienen
en cuenta el estado general del organismo. Es muy frecuente encontrar
deficiencias en la alimentación con grandes carencias de nutrientes esenciales,
así como un exceso de acumulación de tóxicos detrás de muchos trastornos de
ansiedad y depresiones. También es notorio que un trastorno mental o psíquico
puede llegar a somatizarse y producir disfunciones orgánicas e incluso
enfermedades, pero lo que se tiene menos en cuenta es el camino inverso:
alteraciones de órganos internos que repercuten directamente en la psique del
individuo.
No podemos cambiar el mundo, y tampoco
algunas de las circunstancias que vivimos –otras por supuesto que sí-, pero
contamos con herramientas útiles para combatir el distrés y recuperar el
equilibrio y un sereno entusiasmo y alegría de vivir.
La acupuntura, la fitoterapia y la
suplementación natural y la dieta, junto con la terapia psicológica son una
alternativa seria y eficaz para combatir la ansiedad y la depresión y muy a
tener en cuenta por quienes busquen otro camino distinto que el de los psicofármacos.
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