Toda alimentación y en consecuencia toda dieta tienen un sentido muy concreto y esencial: la nutrición del organismo. Con esta nutrición aseguramos el mantenimiento óptimo del cuerpo y de sus funciones de manera que nos permita un desarrollo vital pleno y afrontar en condiciones el camino de la vida.
Aquello que comemos resulta un factor determinante para nuestra salud pero también resulta determinante en igual medida aquellos nutrientes que siendo necesarios para nuestro organismo no están presentes en nuestra dieta.
Partiendo de esta premisa, al elaborar una dieta es esencial que esta sea nutritiva y a la vez genere los mínimos residuos. Después se deberá adaptar a cada caso en particular valorando la edad, el sexo, la actividad, el estado de salud y el diagnóstico. Se recomendará según el caso: una dieta depurativa o fortalecedora, que contribuya a eliminar toxinas y excesos sin mermar la fortaleza digestiva, o que directamente contribuya a aumentar ese poder de digestión y asimilación favoreciendo el aprovechamiento de los alimentos. Y por último también se contemplará la naturaleza de los alimentos en cuanto a su poder refrescante o de calentar.
La dieta se empleará como una herramienta terapéutica más cuya contribución a la salud es decisiva y se adaptará para cada persona. Esto no significa la obligación de llevar a cabo una dieta estricta, encorsetada y que suponga un estrés añadido, una preocupación más y otro sacrificio que añadir a los cotidianos. En absoluto, las recomendaciones son muy fáciles de seguir, no limitan la relación social y no requieren una voluntad de hierro. Sólo tomar conciencia y comprender el sentido de esos hábitos.
Aquello que comemos resulta un factor determinante para nuestra salud pero también resulta determinante en igual medida aquellos nutrientes que siendo necesarios para nuestro organismo no están presentes en nuestra dieta.
Partiendo de esta premisa, al elaborar una dieta es esencial que esta sea nutritiva y a la vez genere los mínimos residuos. Después se deberá adaptar a cada caso en particular valorando la edad, el sexo, la actividad, el estado de salud y el diagnóstico. Se recomendará según el caso: una dieta depurativa o fortalecedora, que contribuya a eliminar toxinas y excesos sin mermar la fortaleza digestiva, o que directamente contribuya a aumentar ese poder de digestión y asimilación favoreciendo el aprovechamiento de los alimentos. Y por último también se contemplará la naturaleza de los alimentos en cuanto a su poder refrescante o de calentar.
La dieta se empleará como una herramienta terapéutica más cuya contribución a la salud es decisiva y se adaptará para cada persona. Esto no significa la obligación de llevar a cabo una dieta estricta, encorsetada y que suponga un estrés añadido, una preocupación más y otro sacrificio que añadir a los cotidianos. En absoluto, las recomendaciones son muy fáciles de seguir, no limitan la relación social y no requieren una voluntad de hierro. Sólo tomar conciencia y comprender el sentido de esos hábitos.