El culpable de una gran parte de los casos
de impotencia es el estrés –distrés-. Lo primero y muy importante es conocer cómo
actúa, por qué mecanismos el estrés termina afectando a la erección.
El sistema nervioso se divide en términos
funcionales, que no anatómicos, en somático (el consciente y voluntario) y
autónomo (funciones involuntarias o inconscientes). Este último, se subdivide
en simpático y parasimpático. El sistema simpático es el que se activa cuando
los estímulos externos indican peligro, necesidad de reacción, ataque o huida,
supervivencia física. El sistema parasimpático o autónomo es el que rige las
funciones sobre las que no tenemos control consciente a no ser que entrenemos
para tenerlo, esto es, la digestión, el sueño, la respiración, el latido
cardíaco, entre otros como por ejemplo la erección masculina.
Cuando se da una situación de estrés se
segregan entre otras las hormonas adrenalina y noradrenalina y el organismo
anula las funciones que no son necesarias para ese momento y concentra la
sangre en los músculos, dilata las pupilas, aumenta la frecuencia cardíaca,
etc. Este estado inhibe la afluencia de sangre al pene lo que impide que se
produzca una erección.
Nuestro sistema nervioso no ha evolucionado al
mismo ritmo que las circunstancias vitales en las que cotidianamente nos
desenvolvemos. Así, durante miles de años, nuestro sistema simpático se
activaba para desarrollar actividades muy concretas como la caza, responder al
ataque de un animal o luchar con otros hombres. Entrar en el estado simpático
era puntual y, en cuanto desaparecía el objeto externo, se “desactivaba”
dejando paso al parasimpático de modo que las funciones orgánicas se seguían
desarrollando con normalidad. Hoy en día, la sobre estimulación nos hace estar
casi constantemente en el sistema simpático y ahí comienzan muchos de los
problemas orgánicos, como por ejemplo, trastornos digestivos, del sueño,
hormonales, etc., y de la función sexual. Porque para el sistema nervioso es lo
mismo responder a un ataque que lidiar con el tráfico, la presión laboral, la
constante publicidad, etcétera. Se ponen en marcha los mismos mecanismos. Y
esto conduce a un agotamiento de las suprarrenales y a lo que se conoce como
estado de ansiedad o su correlativo algo menor, de estrés.
La medicina tradicional china, con la
acupuntura, la fitoterapia china, la dieta y el ejercicio, relajan el sistema
nervioso, disminuyen el estado de estrés y reponen el desgaste que este produce
en el organismo. Este control del estrés unido a la tonificación de energías
esenciales propiciará un restablecimiento del normal desarrollo de muchas
funciones corporales entre las que se cuentan, el mantener relaciones sexuales
completas.
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