El TAG tiene un diagnóstico complejo porque
no muestra síntomas radicales y patentes como por ejemplo ataques de pánico o
crisis agudas de angustia injustificadas. Sin embargo, en nuestras sociedades
los individuos estamos sometidos a constante estrés y presión, a preocupaciones
y ocupaciones de todo tipo y a todas horas, a un ritmo acelerado y trepidante
que somete a nuestro sistema nervioso a una alerta constante, es decir, a un
estado que nos obliga a mantenernos en el sistema simpático (lucha, huida,
alerta) y relega al parasimpático (recuperación, descanso, digestión, sueño,
etc.). Este estado, además, propicia un vacío existencial que a los seres humanos
nos resulta devastador, más incluso que cualquier cosa que provenga del
exterior.
Poco a poco, sin darnos cuenta, asumimos un
estado de ansiedad cuyo primeros estadios se definen hoy en día como TAG
(trastorno de ansiedad generalizado) pero que pueden derivar a medida que se
agudizan los síntomas y se hace crónico en trastornos de pánico, trastornos
obsesivos-compulsivos, fobia social y fobias de cualquier índole además de
diversos trastornos de estrés como el TEPT (trastorno de estrés postraumático).
Si existe la coincidencia de varios de los
siguientes síntomas junto a exceso de preocupaciones durante al menos 6 meses,
se puede determinar que existe un estado de ansiedad en el individuo. Aunque se
puede puntualizar que sufrir alguno de estos síntomas no implica necesariamente
un estado de ansiedad. Por separado pueden obedecer a otras causas.
Insomnio
Extremidades frías
Tensión muscular
Irritabilidad y agitación
Trastornos digestivos
Diarrea
Náuseas
Sudoración
Cansancio
Nudo en la garganta
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