Se caracteriza por un episodio de inicio
brusco y que alcanza su máximo en un plazo muy breve, de unos pocos minutos y
que debe presentarse con, por lo menos, cuatro de los siguientes síntomas:
Palpitaciones
Temblores
Mareo o vértigo
Náuseas y dolor o molestias abdominales
Sensación de ahogo
Sensación de hormigueo
Sensación de perder el control
Necesidad de escapar
Percepción de las cosas como irreales
Miedo a morir con sensación de peligro y
muerte inminentes
Este trastorno se puede presentar a modo de
repetidas crisis frecuentes o a modo de crisis esporádicas pero especialmente
intensas. Suelen ir seguidas de un periodo de gran inquietud ante la
perspectiva de volver a reproducir otro episodio. Muchos afectados desarrollan
una predisposición a que les ocurran cuando prevén determinadas situaciones o
se encuentran en circunstancias y contextos similares.
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