viernes, 15 de marzo de 2013

La mujer y la dieta vegetariana



Es muy frecuente encontrarse con una mujer que desea cuidar su salud y también su aspecto físico y que pone especial énfasis en su dieta. Se informa y de manera lógica y sensata opta por una dieta que si no es vegetariana estricta sí tiene una predominancia muy marcada de vegetales y frutas. Es correcto desde el punto de vista fisiológico ya que nuestra constitución está más cerca de la estructura herbívora que de la carnívora. Con esta decisión se asegura que los productos tóxicos quedan limitados en su cuerpo y en especial, los residuos procedentes de la metabolización de las carnes. Además, evita las grasas saturadas de difícil eliminación y que se acumulan en los tejidos. A su vez, un metabolismo más liberado gestiona mejor sus propias reservas.


Visto esto, coincidimos en que la dirección es correcta y la intención es adecuada. Pero deseamos hacer una advertencia, una reflexión o sencillamente un toque de atención al respecto.


En nuestra experiencia hemos encontrado numerosos casos de mujeres —y varones— que han optado por una dieta frugal, de ensaladas frescas casi todo el año y de platos de verduras del tiempo. Estas personas, con el tiempo han mostrado signos de debilidad, cansancio o enfriamiento. Y esto es debido a que sus dietas vegetarianas no son óptimas. Queremos subrayar que el problema no es la dieta vegetariana en sí misma, sino cómo se lleva a cabo esta dieta en lo que respecta tanto a nutrientes como a la elaboración de los mismos.


Es frecuente encontrar mujeres que llevan a cabo dietas vegetarianas estrictas o casi estrictas y sin embargo no reducen las retenciones de líquidos localizadas en determinadas zonas. Y que también muestran otros signos de disfunción. Estas personas siempre se suelen hacer la misma pregunta ¿Cómo es posible comiendo lo que como y, sobre todo, de la manera en que lo cocino ya que casi todo es fresco o crudo, que no adelgace o que tenga “problemilla” de salud?


La respuesta está en una dieta que “enfría” en exceso el sistema digestivo, que merma la capacidad digestiva y de asimilación y que debilita las funciones orgánicas. La solución pasa por incrementar el poder digestivo y de asimilación y por aumentar el “calor” interno. Esto se consigue abriendo el espectro de la dieta vegetariana —porque no es necesario renunciar a ella en absoluto— y contemplar un equilibrio proporcionado entre cereales, verduras, legumbres, semillas, aceites, frutos y frutas. Además, y muy importante, el método de preparación y cocinado. Vegetariano no significa crudo y fresco. La experiencia nos ha demostrado la importancia de la cocina de los alimentos. Y cada época del año prefiere una forma de preparación. Así, si en verano es más recomendable ensaladas frescas —no sólo de lechuga— en invierno hay que limitar su consumo.

Gozar de una salud óptima no sólo consiste en depurar y no ingerir alimentos que dejen residuos, sino que depende y mucho de fortalecer y comer alimentos que nutran y conserven el poder digestivo.

3 comentarios:

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  2. Te recomiendo la lectura del libro "La Dieta 81/10/10" de Douglas Graham. Estoy de acuerdo con él en cuánto a que somos seres diseñados para vivir en el trópico. Así que mi aporte es que si no tienes ese privilegio y por lo tanto el riesgo a padecer épocas frías, abrígate para mantener el cuerpo caliente pero no lo hagas expresamente mediante alimento cocinado ya que este, está demostrado, que a nuestro cuerpo le resulta un cuerpo extraño elevado los glóbulos blancos después de la ingesta inmediata. Sin contar la teoría que avala de que todo carbohidrato complejo para nuestro cuerpo le resulta muy difícil de digerir causándole, entre otros, un esfuerzo extra de energía que se puede perfectamente evitar...

    Por otro lado si quieres mejorar la absorción y asimilación de nutrientes, evita la ingesta de gluten y productos derivados de los lácteos y tendrás todo el terreno ganado.

    Y por último para mejorar en salud evitar a toda costa productos refinados de todo tipo y productos de origen animal. Ambos especialmente por la salud a nivel de nutrientes y tóxicos que aporta, pero especialmente los segundos por esa energía vibracional que le estás metiendo al cuerpo a través de un ser con voluntad de vivir, maltratado y asesinado.

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    1. Gracias por el comentario, Raúl. Es un aporte sumamente interesante y una visión que nos interesa a muchas personas. Yo he contemplado la posibilidad del crudivorismo durante varios años y la experimenté. Esta posición me pareció de una lógica verdaderamente sólida, sin embargo, los resultados, en contra de lo que yo deseaba obetener (no sólo en mi, sino en otras muchas personas), que es que confirmasen la idoneidad de esta nutrición, no fueron tan buenos. A pesar de abrigarse los síntomas de enfriamiento interior, de pérdida de poder digestivo y de absorción resultaron notorios.
      Hoy por hoy, y repito, hoy por hoy (nunca digo que es para siempre, sino se acabaría la evolución) opto por una dieta con cocinados siguiendo los principios de la medicina tradicional china. El porcentaje de población centenaria en las sociedades que siguen este tipo de alimentación es muy superior a la de ningua otra, y libres de las típicas dolencias que acarrea la edad. Por supuesto y ahí estoy muy de acuerdo, no consumen lácteos y los productos animales son escasos y cuando los hay, predomina el pescado.
      Sin embargo, Dios me libre de proclamar verdades absolutas. Que cada cuál se informe, reflexione y sopese, experimente y elija qué le hace sentir mejor

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