sábado, 16 de marzo de 2013

DIETA OCCIDENTAL: ¿OPULENCIA O DEFICIENCIA?



En nuestra sociedad occidental vivimos una singular paradoja en el aspecto dietético. De una parte, tenemos al alcance una extraordinaria variedad y, sobre todo, cantidad de alimentos, mientras que de otra parte encontramos un incremento significativo de enfermedades producidas por deficiencias.

Es cierto que podemos determinar que la abundancia es mayúscula, especialmente cuando la comparamos con otros muchos lugares del planeta donde realmente se sufre escasez o sencillamente las dietas son más reducidas en cuanto a ingredientes y también cantidad.

De esto podemos deducir, y de hecho en muchas ocasiones es así, que el exceso es el origen predominante de muchas disfunciones metabólicas y orgánicas. Sin embargo, cuando se estudia con mayor profundidad encontramos grandes deficiencias generalizadas en la población. Es decir, que el ingerir grandes cantidades de comida no garantiza en absoluto que se cubran las necesidades de nutrientes que requiere el organismo para su correcto metabolismo.


La casi totalidad de alimentos que se nos ofrecen han sido refinados, procesados y desnaturalizados de tal modo que durante su preparación hasta llegar a las estanterías de los comercios han perdido casi todos sus componentes nutritivos. Ocurre lo mismo con las carnes de granja y el pescado de piscifactoría. Y también con la fruta y la verdura que es ayudada artificialmente para incrementar su producción más allá de lo natural.

Ante esta situación, debemos comenzar a distinguir entre comestibles (aquello que puedo comer y me sacia) y alimentos (aquello que puedo comer y me nutre).

Si no lo hacemos, seguiremos viviendo entre las patologías causadas por el exceso y, a la vez, por la deficiencia.



Según nuestra experiencia, la mayoría de las patologías responden a este patrón entre otros factores específicos. No basta con eliminar los excesos. Es imperativo cubrir de manera óptima las deficiencias. De otro modo seguiremos observando cómo se incrementan todo tipo de leves —y graves— patologías crónicas como alergias, resfriados recurrentes, sobrepeso, problemas cutáneos, disfunciones del período, dificultad para quedarse embarazada, y un largo etcétera.

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