En nuestra sociedad occidental vivimos una
singular paradoja en el aspecto dietético. De una parte, tenemos al alcance una
extraordinaria variedad y, sobre todo, cantidad de alimentos, mientras que de
otra parte encontramos un incremento significativo de enfermedades producidas
por deficiencias.
Es cierto que podemos determinar que la
abundancia es mayúscula, especialmente cuando la comparamos con otros muchos
lugares del planeta donde realmente se sufre escasez o sencillamente las dietas
son más reducidas en cuanto a ingredientes y también cantidad.
De esto podemos deducir, y de hecho en
muchas ocasiones es así, que el exceso es el origen predominante de muchas
disfunciones metabólicas y orgánicas. Sin embargo, cuando se estudia con mayor
profundidad encontramos grandes deficiencias generalizadas en la población. Es
decir, que el ingerir grandes cantidades de comida no garantiza en absoluto que
se cubran las necesidades de nutrientes que requiere el organismo para su
correcto metabolismo.
La casi totalidad de alimentos que se nos
ofrecen han sido refinados, procesados y desnaturalizados de tal modo que
durante su preparación hasta llegar a las estanterías de los comercios han
perdido casi todos sus componentes nutritivos. Ocurre lo mismo con las carnes
de granja y el pescado de piscifactoría. Y también con la fruta y la verdura
que es ayudada artificialmente para incrementar su producción más allá de lo
natural.
Ante esta situación, debemos comenzar a
distinguir entre comestibles (aquello que puedo comer y me sacia) y alimentos
(aquello que puedo comer y me nutre).
Si no lo hacemos, seguiremos viviendo entre
las patologías causadas por el exceso y, a la vez, por la deficiencia.
Según nuestra experiencia, la mayoría de las
patologías responden a este patrón entre otros factores específicos. No basta
con eliminar los excesos. Es imperativo cubrir de manera óptima las
deficiencias. De otro modo seguiremos observando cómo se incrementan todo tipo
de leves —y graves— patologías crónicas como alergias, resfriados recurrentes,
sobrepeso, problemas cutáneos, disfunciones del período, dificultad para
quedarse embarazada, y un largo etcétera.
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